Cuco (Javier Carrera) ha sido el único artista que ha pintado sobre la propia valla directamente en los casi diez meses que llevamos de proyecto. Seguir el proceso industrial de las empresas publicitarias ha sido uno de los lenguajes comunes de todas las intervenciones para resaltar así el contraste con el habitual uso de este espacio. Por otra parte, al carecer de una cesión absoluta de la superficie, ha sido necesario tener que ajustarse a las condiciones de la empresa arrendadora. Esto a su vez ha permitido utilizar los procedimientos habituales de dichas empresas y aprender su funcionamiento desde dentro gracias a la subvención de la Fundación Villalar.
En esta ocasión hemos seguido la misma técnica, colocando una imagen impresa que mostraba multitud de manchas aleatorias sobre un papel. Pero a diferencia de otras intervenciones y tras varias semanas de gestión, conseguimos los permisos necesarios para realizar una intervención directa del artista sobre su propia imagen. Dejamos de esta manera las manchas puestas durante dos semanas -quizás los caminantes curiosos empezarían así a vislumbrar los rostros escondidos- y a la mitad del mes que correspondía a su pieza Cuco se plantó frente a ellas, preguntando a todos los que estábamos por allí qué veíamos.
Fue durante el pasado 2 de diciembre cuando, sin la menor pereza, el artista subía y bajaba, movía la escalera para un lado y para otro, intentando localizar las figuras indicadas y esforzándose por colocarse en los ojos de las personas a través de sus descripciones. Con este happening, el artista hace partícipes de su propia obra (incluso, de alguna manera, autores) a las personas que transitan la calle, permitiendo a Ocho por Tres continuar ramificándose en nuevas formas de expresión.
Aquí la documentación del desarrollo de la actividad, de la mano del videógrafo Julien Gallez:
Taller/mural de Cuco y los vecinos de Valdefierro, Zaragoza, 2017.
Al igual que no se trata del primer proyecto en el que Cuco implica a múltiples personas (por ejemplo el mural colaborativo realizado en la pasada edición del Festival Asalto en Zaragoza), tampoco es la primera vez que el vallisoletano indaga en el sugerente mundo de las manchas. Esa utilización de lo aleatorio como fuente de inspiración e interpretación recuerda inevitablemente a "Hirameki", el exitoso libro de los japoneses Peng + Hu que precisamente encontró su «rayo de inspiración» en la mancha de una vaca con forma de una famosa estrella de cine. Se trata de un enorme surtido de acuosas formas y colores que invitan al observador a dibujar sobre ellas, acabando esas criaturas y objetos percibidos de forma absolutamente subjetiva.
Primero ensuciar y después controlar. O, por qué no, guiar la mácula hacia la figura en mente como hace el sumi-e. Sin retoques ni modificaciones, esta técnica asiática parece, en lugar de definir el azar, desdibujar la propia realidad con ayuda de la tinta negra y el pincel. Es curiosa esta contradicción entre la fascinación por el rastro espontáneo/irregular y al tiempo el dominio de su técnica impoluta a través de la meditación y la práctica. Algunos ejemplos de sumi-e por Endre Penovác:
De la naturaleza se hace borrón y del borrón, naturaleza. Es el caso de Din Matamoro y sus animalillos encontrados en restos de cáscaras, bolsas, algas, trocitos de pan. El artista vigués nos recuerda que se puede pintar sin pincel y darle a lo que parece que no es nada ese pequeño empujón que necesita para convertirse en algo. De esto me hablaba Kike García durante la acción de Cuco en Ocho por Tres, que me mencionó además a Gilbert Legrand y su libro "Trésors surprises" ("Tesoros sorprendidos") en el que revela las escenas más sorprendentes en cada objeto cotidiano con un sentido del humor que recuerda mucho al estilo ilustrativo de nuestro Cuco o del conocido artista gráfico Jean Jullien.

Din Matamoro, Vigo, 2008 - 2010.

Jean Jullien, ilustración para "Pidapipó Gelateria", 2017.
La clave está en la contemplación. Sin un carácter curioso estos engranajes no se moverían y los objetos estarían estancados en una única función. Pero la capacidad de poder encontrar nuevos significados en las cosas es precisamente lo que nos hace imaginar maneras diferentes de vivir y, por tanto, evolucionar. Y esto es lo que ha conseguido Javier Carrera, Cuco, con su intervención en Ocho por Tres: recordarnos el observador que todos tenemos dentro.