Cristina R. Vecino se define como una adaptación entre catástrofes. A mí me parece que socorre seres (vivos o no) de la destrucción sin darse cuenta. Los recompone. Los revisa. Los organiza. Los vuelve a mirar. Y pese a eso considera que «lo que no se ve siempre es más importante». Pareciera que todo adquiriese una especial magnitud al fotografiarlo ella, sin necesidad de la menor ostentación.
No, no siempre es necesaria la espectacularidad para dejar huella ni hay que saturar los paisajes para hacer notar su color.
Cuando le pregunto por el momento en que hizo esa foto, me confiesa que no recuerda la ciudad. A mí me encanta cuando la gente se despista porque me doy cuenta de que no solo me pasa a mí. Y es que el olvido es una parte importante de mi vida, como lo es de la obra de Cristina. «El olvido inventa», sostiene ella. Pero el recuerdo más aún. Siempre reconstruimos las memorias en función de los regustos que nos dejaron, y ellos mismos no paran de transformarse. La memoria es, por tanto, más distorsionada que el descuido: el olvido, sin embargo, me resulta más sincero cuanto mayor es.
A una idea parecida aludía su diálogo hace más de un año con María Tinaut en la galería vallisoletana Javier Silva (donde recientemente ha clausurado su exposición individual "Anegar"): cómo se van construyendo los recuerdos y cómo la imagen guardada determina su reinterpretación, consolidando una lectura que puede tener que ver o no con la realidad. Sobre esas mismas inquietudes Cristina proyecta su próxima exposición en la Sala 0 del Patio Herreriano comisariada por Ana Moyano junto con los fotógrafos Victor Hugo Martín Caballero y Ricardo Suárez. Como ella describe, se trata de «plantear cada uno una mirada sobre una fotografía encontrada, poder desarrollar ya no una historia sino ficcionar una realidad sobre lo que esa imagen nos pueda sugerir a cada uno. Coincidir o no es lo de menos, lo importante es ver qué pasa y que cada uno desarrolle un proyecto a partir de una representación.»
Qué difícil es elegir. Y como dice mi amiga Ela, incluso no elegir es también una decisión. El cuidado de la selección, la revisión y el acoplamiento de unas piezas con otras merece una especial atención al hablar del trabajo de una artista que da tanta cabida al sobrante como a lo escogido, al contexto como a lo extraído de él. En su página web hay toda una sección dedicada a las imágenes descartadas de la exposición "Anegar". Por este motivo quería compartir también en esta entrada las dos imágenes que hasta el último momento estuvieron a punto de ser imprimidas en 24 m².
Uno de los grandes proyectos en los que Cristina está involucrada es el taller de fotografía El Carrusel, en Valladolid. Un rincón especial que llena de luz la calle Santo Domingo de Guzmán y que el pasado mes de diciembre cumplió cuatro años. Se trata de una galería que compagina la labor de comisariado de exposiciones con la investigación personal tanto de Cristina R. Vecino como de Ricardo Suárez, al tiempo que desarrollan reportajes profesionales por encargo. A modo de celebración, actualmente se pueden ver allí los trabajos de artistas que han colaborado con la galería a lo largo de sus cuatro años, como Miriam Chacón, Gonzalo de Miguel o Ana Cubero, artista y diseñadora textil que sucede en nuestra valla Ocho por Tres a Cristina y de la que hablaré próximamente.