Ana Cubero es la artista de la que menos he sabido en el momento de proponerla participar en Ocho por Tres. Los últimos meses de vuelta en Valladolid me han permitido conocer a muchos artistas de la ciudad, y me pareció una buena ocasión para reflejarlo en el proyecto - con todo este toque de indagación personal que intento mantener en su trasfondo. Lo comentaba recientemente en una entrevista para ¡Ah! Magazine: me ha llevado un tiempo vincular Ocho por Tres a la ciudad porque llevaba diez años sin vivir aquí. Por esta razón se puede percibir perfectamente cómo ha comenzado con artistas de otras ciudades donde yo he vivido en los últimos años y poco a poco ha ido relacionándose más con el circuito local. De alguna manera, aunque no estoy segura de que esto se perciba, Ocho por Tres refleja un recorrido íntimo a través del acercamiento al trabajo de los demás. No es excesivamente ortodoxo, no es periodístico: yo soy artista y, ante todo, miro.
Ya había charlado con ella alguna vez, y me topé con unas intervenciones suyas sobre unas fotografías de Cristina R. Vecino en la exposición del cuarto aniversario del espacio El Carrusel. Como me comenta, anteriormente había hecho collages parecidos en las reuniones Joint-Kids de la galería, pero esta vez eran obras «más pausadas y depuradas». Y digo yo, ¿no podríamos decir que la obra de Ana Cubero en nuestra valla publicitaria es una nueva intervención sobre la obra de Cristina?:
Estas construcciones no son sus únicas obras colaborativas. Ana es, de hecho, una creadora que tiende a la asociación para empujar proyectos entusiastas y contundentes. Es el caso de su aportación a Montaje (Andrés Carretero y Saúl Alonso), con los que diseña pavimentos y cortinajes, o la firma Pinapardo (junto con María Tamames) bajo la que fueron realizados múltiples trabajos tanto en equipo como de forma más personal.
«Pinapardo fue un proyecto muy bonito, muy importante para mí y muy serio. Me sirvió para experimentar y para aprender. En principio éramos dos personas que trabajábamos bien juntas, por ejemplo en proyectos relacionados con lana y estampación manual, pero después lo más interesante para mí fue poder volcar mis inquietudes personales, pude realizar mis propios proyectos bajo el amparo de la marca. Por nombrar algunos, los visuales que realicé para acompañar a Nacho Román en el festival de música electrónica Meet, un proyecto muy íntimo y experimental que se proyectó en el techo del Museo Patio Herreriano. Las piezas que diseñé para Creadores Inquietos, que se expusieron en las Sala de Exposiciones de Las Francesas, que consistían en un textil y dos collages, y como la pieza de Ocho por Tres también se basaba en el juego de dos fragmentos de papel. O también destacar el diálogo In_formal con Fernando Guijar en la Galería Javier Silva, y para el que realicé un estudio sobre la forma a base de fotografías y unas piezas textiles.»
«Y sobre todo la serie de fulares de seda con mis propios estampados, que recuerdo que fue muy divertido y muy inconsciente. Yo realizaba muchísimos diseños y luego me costó mucho llevarlos a producción. La primera vez recuerdo que era un julio muy caluroso, todo el mundo estaba de vacaciones y yo tenía que elegir entre todos los que me gustaban. Conseguimos crear un imaginario muy personal. Puse mucha garra al proyecto y mucho entusiasmo.»
Paralelamente a su investigación, la artista y diseñadora textil imparte una asignatura en la escuela de diseño ESI en la que trata un tema que está constantemente en el núcleo de su obra. Se trata de una asignatura trasversal a todos los estudios de la escuela que aborda el concepto de economía circular en el marco del diseño, es decir, que enseña a tener en cuenta que el ciclo vital de un producto debe considerar toda su cadena de producción: desde las personas que extraen el material hasta el usuario y la gestión del residuo. Como ella define, su labor consiste esencialmente en «hacer ver a los nuevos diseñadores que van a ser agentes responsables medioambiental y socialmente». En el mes de marzo impartirá también un taller de diseño de superficies a través de la estampación en el LAVA, abierto a todos los niveles.
Admiradora del humor y el valor experimental de Elsa Schiaparelli, Ana Cubero descifra "El Sentido del Orden" a ritmo de Ernst H. Gombrich mientras sus manos gesticulosas confirman que sabe enfrentarse tanto a un aula llena de alumnos como a unas agujas de tejer. Con unas referencias claras es más fácil recortar los patrones y configurar libremente un imaginario personal que hace perfectamente reconocible el toque propio. Lo difícil es saber dejarse empapar, pero sin miedo a la intranquilidad es como se llegará al reposo.